15 Mar Cinco criterios para elegir tus zapatillas de ‘running’
El running o la actividad de correr es una de las prácticas deportivas que más adeptos gana año tras año porque la puede practicar cualquier persona y se suele realizar al aire libre, lo que aporta beneficios físicos y mentales.
Ante las pasiones que levanta esta práctica, el Dr. Manuel Mosqueira, podólogo coruñés colegiado del Colexio de Podólogos de Galicia, ha publicado un artículo en la Revista Española de Podología, titulado ¿Cómo recomendar calzado deportivo a pacientes que practican running? Desde la evidencia científica a la experiencia clínica, para esclarecer muchas dudas sobre el uso del calzado para el running [Ver artículo].
Tal y como indica Manuel Mosqueira, practicar deporte tiene una influencia positiva en la condición física de una persona: ayuda a reducir la incidencia de obesidad, enfermedades cardiovasculares y muchos otros problemas de salud crónicos. “Correr es una de las formas más populares de actividad física, ya que es una actividad humana natural y accesible para casi toda la población. En el último medio siglo, la popularidad de la carrera a distancia ha aumentado debido a su gran accesibilidad y a la promoción del deporte desde el ámbito de la salud” –explica el podólogo–.
También señala que, a pesar de todas estas ventajas, correr causa altas tasas de lesiones por factores como la superficie, el sobre-entrenamiento, el nivel del corredor, su condición física, el historial de lesiones, la fatiga y las adaptaciones durante la carrera, la biomecánica y las zapatillas de running. Igualmente, destaca que el diseño de este calzado ha cambiado en las últimas décadas con el objeto de prevenir lesiones y mejorar el rendimiento. Las zapatillas deben seleccionarse “después de una evaluación cuidadosa y exhaustiva”.
Manuel Mosqueira explica que a la hora de elegir una zapatilla deportiva para running se deben tener en cuenta cinco criterios:
- El peso del corredor. En el mercado hay gran variedad de zapatillas de running clasificadas principalmente por el peso del corredor. En función de si el peso es inferior o superior a 70-80 kilogramos se deben elegir unos modelos u otros.
- La superficie. Es fundamental conocer el tipo de superficie sobre la que se va a realizar la carrera: la suela de la zapatilla variará tanto en el material con el que está confeccionada como en la morfología, para buscar mayor agarre en determinados terrenos, como la tierra, o mayor amortiguación y restitución de la energía en asfalto.
- El ritmo y la distancia. Al famoso drop de la zapatilla (diferencia de altura entre la parte posterior y la anterior de la zapatilla) hay que sumarle otros aspectos como el perfil (grosor total de la mediasuela) o sistemas de control y amortiguación de la zapatilla. “No es lo mismo correr a un ritmo de 3:30 minutos el kilómetro, donde nos puede interesar una zapatilla más reactiva que nos empuje, dado que estaremos menos tiempo en contacto con el suelo, que a un ritmo de 5:30 o 6:00 minutos el kilómetro en el que la presión y la fuerza de reacción del suelo serán absorbidas por estructuras, como la rodilla del corredor, de distinta manera” –apunta Mosqueira–. La distancia también es importante, y hay que diferenciar entre carreras cortas o pruebas de poca distancia con competiciones o «tiradas largas» de 10 o más kilómetros.
- La biomecánica y el tipo de pisada son el factor principal. Conocer cómo se comporta el pie, tobillo, rodilla y cadera, junto con los movimientos del aparato pasajero (tronco y brazos principalmente), ayudará a decidir qué zapatilla y qué sistemas de control o de amortiguación son los más adecuados. El pie se comporta de maneras distintas en función de si está estático, apoyado en una sola pierna, caminando, caminando calzado y, por supuesto, corriendo. En este último caso, la superficie, velocidad, técnica de carrera y el tiempo o lo kilómetros corriendo implican también un funcionamiento distinto del pie.
- La comodidad. Como sucede en otros aspectos de la vida diaria, el confort a la hora de utilizar un dispositivo o producto, en este caso en el pie, que resulte cómodo, es fundamental. Diferentes estudios científicos ponen en valor la importancia de que el calzado no sea incómodo puesto que afectaría negativamente al movimiento o técnica del corredor, hasta el punto de provocar lesiones.
En este punto, Mosqueira destaca que los profesionales de la podología tienen un papel fundamental para ayudar al paciente a encontrar la zapatilla más adecuada para él. Realizan una valoración biomecánica completa, haciendo pruebas funcionales centradas en el pie y su relación con las estructuras superiores, como la rodilla o la cadera. “En las clínicas de podología realizamos pruebas en camilla, de pie, caminando y corriendo, con el objetivo de conocer el funcionamiento de todo el aparato locomotor. También analizamos la interacción del pie con la zapatilla y la superficie sobre la que se corre, puesto que los pies son la entrada de todas las señales del cuerpo con el suelo” –indica-.
Además, para acertar en la compra, señala Mosqueira que es importante probarse siempre la zapatilla que se va a adquirir después de un entrenamiento o de una carrera, con los calcetines que se utilizan habitualmente para correr y comparar diferentes aspectos del calzado con distintas marcas y modelos.
Lesiones mecánicas provocadas por las zapatillas
En cuanto a las lesiones que afectan a un corredor y están asociadas a las zapatillas, Manuel Mosqueira las describe como “lesiones mecánicas”. La articulación más afectada es la rodilla, con problemas en la zona lateral que suelen asociarse al síndrome de la cintilla iliotibial. En la cara anterior, puede aparecer el síndrome de dolor patelofemoral o tendinopatías. En el tobillo también se encuentran habitualmente lesiones relacionadas con el tipo de zapatilla de running, como consecuencia de roces o compresiones en la parte posterior del tendón de Aquiles (bursitis) o lesiones en el propio tendón.
En el propio pie, la reina de todas las lesiones es la fascitis plantar, aunque es importante un correcto estudio y valoración podológica, porque un dolor de la planta del pie no implica siempre una fascitis plantar . “Si el calzado deportivo no es el indicado, está gastado o deteriorado, o, incluso, si no se ata de manera adecuada, puede ser el causante de lesiones mecánicas que afectan a la rodilla, tobillo y al propio pie” –manifiesta–.
Un aspecto determinante en la evolución del calzado deportivo es el uso de la tecnología. Todas las empresas y marcas invierten mucho dinero y tiempo en conocer qué necesitan los corredores, qué les gusta y cómo pueden mejorar sus marcas y tiempos corriendo. Manuel Mosqueira apostilla que la clara relación entre tecnología y rendimiento ha llevado a las federaciones internacionales de atletismo a considerar «doping tecnológico» a determinados elementos y estructuras dentro del calzado, para evitar que se compita con ventaja al utilizar una zapatilla u otra.
Información elaborada por el Colexio de Podólogos de Galicia.
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