Pies caminando por la playa

La playa y tus pies

Pies caminando por la playa

Con los primeros días de playa y piscina conviene proteger los pies del sol y de las superficies calientes. En contra de lo que puede parecer, suele haber más quemaduras en los pies por falta de crema que por pisar arena o suelos recalentados. “No es fácil que uno se queme solamente por la temperatura de la arena, porque es muy poco tiempo de exposición. Es más fácil que se quemen por el sol porque los has llevado todo el año escondidos. En la cara y en los brazos, más o menos, te da el sol a lo largo del año, pero en la planta del pie no te ha dado nada. Es entonces cuando te pones boca abajo y se te puede quemar la planta del pie”, indica el presidente del Colexio de Podólogos de Galicia, Borja Pérez Serrano.

Una quemadura de los pies hay que tratarla enfriándola cuanto antes. “Si notas que te has quemado los pies, lo primero es meterlos en agua” –destaca Borja Pérez–. Para la protección de los pies hay que usar crema solar. Normalmente, los pies deben llevar una protección más alta que el resto del cuerpo, ya que no están acostumbrados a que les dé el sol.

 

Correr sobre la arena descalzo exige hasta 2,5 veces más energía

El verano es la época preferida por muchos para correr por la playa, ya que permite realizar un entrenamiento distinto, huyendo del asfalto. No resulta nada sencillo entrenar por la playa, sobre todo por la arena seca, ya que exige hasta 2,5 veces más energía y el movimiento que se hace al levantar los pies de la arena implica que el cuerpo trabaje mucho más.

“A diferencia de una superficie dura, los músculos realizan un trabajo más mecánico al correr o caminar sobre la arena, puesto que el talón no se apoya en el suelo de la misma forma que sobre el asfalto, y el cuerpo debe adaptarse y ceder la responsabilidad del equilibrio a los músculos que están alrededor del tobillo, que debe hacer un esfuerzo extra por mantener el pie firme” –destaca el presidente del Colexio–. Con cada zancada los dedos de los pies se introducen en la arena y al sacarlos de nuevo provocan que entren en escena los músculos de la parte posteroinferior de la pierna (gemelos), que deberán ejercitarse más.

Así, Pérez Serrano advierte que este tipo de trabajo sin calzado está más pensado para atletas con experiencia, que tengan bien reforzados los músculos. Para el resto de deportistas aconseja emplear unas zapatillas, salvo en el caso de que decidan correr por la arena mojada, en donde la superficie es más lisa y compacta.

 

La arena, un exfoliante natural

Correr sobre la arena mojada resulta perfecto para trabajar la propiocepción, que actúa como método de defensa ante movimientos que pueden lesionar las articulaciones, y también cuenta con otros beneficios muy interesantes con el fortalecimiento de tobillos, gemelos y cuádriceps.

Otras ventajas de esta práctica, es que la arena es un perfecto exfoliante natural, y al correr se incrementa la fricción de la piel de la planta del pie con la arena por lo que se conseguirá una piel más suave, aunque si se corre descalzo se corre el riesgo de clavarse cualquier cuerpo extraño.

Además, hay que tener cuidado con la pisada, porque con los desniveles e irregularidades del terreno la pisada es antinatural y pueden surgir lesiones. “Este tipo de entrenamiento se desaconseja en el caso de las personas con problemas en los tendones o en las articulaciones” –sugiere Pérez–.

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