20 Ago Vuelta al cole… «con buen pie»
La vuelta a la rutina de las clases escolares y los preparativos para el nuevo curso (ropa, uniforme, zapatos, etc…) es un buen momento para realizar una revisión podológica a los más pequeños para controlar la evolución de su pisada y detectar incipientes patologías, e iniciar tratamientos correctores en caso de que sean necesarios.
Con septiembre a la vuelta de la esquina, el Colexio de Podólogos de Galicia te explica cómo elegir un buen calzado. Te recomendamos optar por calzado fabricado en piel o en materiales naturales y flexibles que ayuden a la transpiración y a la vez permitan libertad de movimiento, siempre asegurándose de que al dedo más largo del niño o la niña le quede una distancia de 0,5 centímetros para llegar a la puntera del zapato. Deben ser zapatos ligeros y carecer de costuras internas que puedan provocar roces, con un buen acabado interior porque de esta forma no causarán molestias al caminar. Y el eje longitudinal de la suela del zapato, la horma, debe ser lo más recto posible.
Además, es una mala práctica comprar el calzado más grande para que le valga toda la temporada, ya que el calzado tiene que acomodarse al tamaño real del pie del niño. “Si el zapato no es justo de su talla podría alterar su forma de caminar, provocarle inestabilidad o crearle ampollas o laceraciones” –señala la vicepresidenta de los podólogos gallegos, Montse Martínez–.
Otras costumbres poco recomendables es “heredar” zapatos, pasando de unos hermanos a otros o entre familiares o amigos, puesto que la pisada de cada persona es diferente y compartir calzado puede distorsionarla. También desaconsejamos reutilizar el calzado de la temporada pasada, sin tener en cuenta el desgaste del calzado o el crecimiento del pie del pequeño.
Otra mala práctica es comprar el calzado solo atendiendo a su bajo precio “porque, total, les va a durar poco”, o comprar solo zapatos caros, detalle que no asegura que sea mejor. “El precio no es el factor principal que se debe analizar a la hora de comprar calzado para los más pequeños, si no su calidad” –explica la vicepresidenta–.
Calzado con velcro para los menores de seis años
Es importante utilizar calzado específico para educación física, y para el día a día tener el hábito de variar de calzado, y no abusar ni del calzado deportivo ni de las botas. “No se debe ir solo con botas al cole, porque la mayor parte de la musculatura del pie tiene su origen en la pierna, y la bota puede hacer que estas estructuras no se desarrollen correctamente” – apunta Montse Martínez–.
También es recomendable escoger un zapato con cordones que aporten sujeción al empeine, además de un contrafuerte semirrígido para controlar los movimientos del tobillo. Para niños de menos de 6 años, es muy práctico el calzado con velcro, porque aporta sujeción y resulta más fácil de quitar y poner para los pequeños. En caso de que el niño necesite tratamiento con plantillas, es mejor optar por una plantilla personalizada extraíble.
Deporte y extraescolares
Con la vuelta al cole también empiezan las actividades extraescolares y la rutina de las actividades deportivas. De manera general debemos inculcar a los pequeños los hábitos de calentar y estirar antes de practicar deporte, y dosificar la actividad. “El pie de un niño todavía no está formado completamente por lo que el exceso de intensidad deportiva en los niños puede llegar a producir dolores y sobrecargas musculares” –señala la vicepresidenta–.
Es importante elegir el calzado adecuado para cada deporte y para la superficie en la que se va a jugar (valorar la amortiguación, materiales, contrafuertes, acordonado y dibujo de la suela según el terreno). Si la carcasa del calzado es dura, como en patinaje o en esquí, es conveniente elegir la talla adecuada. En el caso de las botas de fútbol habrá que saber si se juega en césped artificial o césped natural, y conocer el estado del terreno de juego. “Si el césped no se encuentra en buen estado ni son superficies de última generación, es más recomendable elegir una bota con tacos más pequeños y más numerosos» –apunta Montse Martínez–. No se deben estrenar las zapatillas deportivas el mismo día de una competición, ya que el pie tiene que estar adaptado previamente al calzado.
Revisión una vez al año para prevenir patologías
Al igual que en el caso de los adultos, es recomendable llevar a los niños al podólogo al menos una vez al año, ya que durante la infancia estamos a tiempo de tratar y prevenir patologías que podrían agravarse en la edad adulta. Te recomendamos que la primera visita de los más pequeños se haga con 4 o 5 años y la realización del correspondiente estudio biomecánico de la pisada, o antes en caso de que se detectara algún problema previo.
Una de las patologías típicas del pie infantil es el pie plano, cuando el arco plantar interno tiene menos altura de lo normal, y va acompañado de un ensanchamiento del pie y una caída hacia la parte interna. En realidad, todos los niños nacen con los pies planos, pero según van creciendo se les va formando el arco, el problema se presenta cuando este no llega a desarrollarse.
Existen tres tipos de pies planos: rígido, flexible y semiflexible. El pie plano flexible es normal hasta los siete años, pero si a esa edad no se ha corregido hay que solucionar la patología con plantillas personalizadas y ejercicios, o a veces, es suficiente con un programa efectivo de ejercicios. El pie plano semiflexible es normal hasta los cuatro años. Si a esa edad no se ha corregido se debe comenzar tratamiento para corregir la patología. El pie plano rígido de manera general se soluciona con cirugía, pero no es frecuente encontrar este tipo de casos en niños.
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